Ricardo Quintela encendió un ventilador que atrajo fantasmas del pasado. El gobernador de La Rioja corporizó, con un proyecto de ley, el regreso de las cuasimonedas, algo que había desaparecido hace dos décadas en la Argentina. “Las tres Funciones del Estado, los Municipios, las Entidades Descentralizadas, las Entidades Autárquicas y las Sociedades o Empresas del Estado, aceptarán obligatoriamente los Bonos creados por la presente Ley, en cancelación total o parcial de sus créditos en dinero, sea cual fuere la causa de los mismos”, dice el proyecto que Quintela envió a la Cámara de Diputados de su provincia para su tratamiento.
Curiosamente, ese dinero espurio tiene la misma denominación que registraron los “papeles pintados” tucumanos de ayer: Bonos de Cancelación de Deudas. El mandatario riojano ha previsto una primera tanda de emisión de unos $15.000 millones que ingresarían al circuito financiero de ese distrito a través del pago de los sueldos a los estatales (el monto representa el 30% de la planilla salarial).
“Bienvenidas las monedas provinciales a la competencia, las cuales, les quiero señalar, a diferencia de lo que pasó en el pasado, de ningún modo van a ser rescatadas por el Gobierno Nacional”, declaró el presidente Javier Milei al reaccionar sobre la decisión de Quintela, uno de los peronistas más críticos de la administración del libertario. La aclaración presidencial es válida, ya que en 2003 fue la Casa Rosada la que contribuyó a eliminar las cuasimonedas a través del Programa de Unificación Monetaria (PUM), que previó una partida de $4.500 millones para incluir el remanente de las emisiones propias que hicieron justamente La Rioja, Buenos Aires, Catamarca, Córdoba, Corrientes, Chaco, Entre Ríos, Formosa, Mendoza y Tucumán.
Precisamente, en agosto de 2003, los Bonos de Cancelación de Deudas (Bocade) de Tucumán dejaron de circular ayer tras 16 años de existencia. La operatoria de rescate total fue propiciada por el Gobierno nacional a través del PUM, con el que se retiró del mercado unos $169 millones, equivalente al 15% del presupuesto total de la provincia. El esquema fue propuesto por la gestión presidencial de Néstor Kirchner para que todos los distritos subnacionales del país sacaran de circulación sus cuasimonedas. En la provincia, el entonces gobernador Julio Miranda le pidió al Banco de Tucumán que se haga cargo del operativo “Adiós bonos”.
¿Qué posibilidades existen que Osvaldo Jaldo apele a la emisión de bonos? El gobernador tucumano es tajante en la respuesta: “ninguna”. Tal como dijo anteriormente, cuando el ministro de Gobierno de Buenos Aires, Carlos Bianco, deslizó la posibilidad de que el distrito más grande del país recurriera a los Patacones, el tranqueño reafirmó que “hay que seguir administrando con austeridad”. Una muestra de esa política de restricción del gasto superfluo, ha sido el resultado financiero de diciembre, cuando el Estado provincial generó un ahorro de casi $12.000 millones, con el que se atendió parte de la recomposición salarial al sector de la salud y se prescindió de una porción del descubierto que la Provincia suele usar de su cuenta en el Banco Macro para abonar los sueldos a los estatales. Este mes se prevé que el ahorro sea mayor.
Más allá que la Cámara de Diputados de La Rioja le autorice la emisión de los bonos, Quintela chocará luego con otro duro escollo: la elección de la empresa que tendrá a su cargo la impresión de los billetes. Para que la Sociedad Casa de Moneda se encargue de esa tarea, tendrá que tener el aval de la Casa Rosada. Para la entidad que es presidida por Daniel Méndez la prioridad uno es el diseño y la emisión de los nuevos billetes de $10.000 y de $20.000, encargados por el propio Milei, y que deberían estar en circulación hacia junio próximo. De ser así, Quintela debería optar por empresas del exterior.
La Rioja parece responder a un patrón de provincia extremadamente dependiente de las transferencias de coparticipación y discrecionales, sin holgura fiscal (comparada con el resto), con un perfil productivo de muy limitado sesgo exportador, fuerte dinamismo en la creación de empleo público y caída (en términos per-capita) del empleo privado, ocupando puestos de retaguardia en los rankings que miden el nivel de los salarios y la formación de los recursos humanos por provincia, define el economista de la Fundación Mediterránea, Jorge Vasconcelos.
Según el investigador económico, la emisión de cuasimonedas tienen consecuencias significativas en los distritos que apelan a esa herramienta de financiamiento:
a) En primer lugar, como los agentes económicos buscarán desprenderse antes de esos papeles que de otras monedas, la velocidad de circulación aumentará, potenciando el descuento impuesto por el mercado al valor de eso bonos.
b) Consecuencia de los dos factores descriptos, la población local sufrirá un golpe inflacionario adicional al impuesto por la propia dinámica devaluatoria del peso.
c) Pero, además, las empresas instaladas en la provincia verán encarecerse los impuestos nacionales en términos de la cuasimoneda (que será la moneda predominante en la que cobrarán por la venta de sus bienes y servicios), porque para pagar (los impuestos nacionales) deberán cambiar bonos locales por debajo de la par.
d) Puede ser que esas empresas incurran en atrasos en el pago de esos impuestos nacionales pero, dada la ponderación de La Rioja en el PBI total, ese efecto será marginal sobre el fisco nacional.
e) El impacto mayor en este plano se dará sobre la rentabilidad de las empresas instaladas, debilitando aún más los incentivos a la creación de empleos privados en la provincia.
Estas consecuencias, naturalmente, pueden constituirse en una regla general para las economías de aquellas provincias que quieran imitar a La Rioja. Jaldo lo sabe y, por esa razón, le dice no al regreso del Bocade, mucho más cuando, en el pasado, ha sido protagonista del rescate de esa moneda espuria, siendo ministro de Economía durante el mirandismo.